Don Andrés, último heredero de la acaudalada familia Avalos, siente que sus 58 años de vida han sido inútilmente dedicados a la lectura y a la búsqueda de una razón por la existencia. Al contratar a una campesina de 17 años para que cuide a su demente abuela, don Andrés no puede evitar sentir con vergüenza los deseos más oscuros por la adolescente. Su derrumbe sicólogo será inevitable junto con el deterioro de la gran mansión de los Avalos.